Entrevista de FASOCIDE a Javier García Pajares, joven sordociego de 28 años, que comenzó con pérdida auditiva a los 13 años, y pérdida visual a los 15.
Estudió Doble Grado en Derecho y Administración y Dirección de Empresas en la Universidad Autónoma de Madrid, haciendo tres meses de Erasmus en la Regent’s University London, en 2017.
Actualmente es Asesor Jurídico en Ilunion y representante de la Sección de Juventud de FASOCIDE desde enero de 2019.
De las barreras que una persona sordociega se encuentra en la sociedad, ¿cuáles consideras que son las que afectan más gravemente en la etapa de la juventud?
Creo que la mayor barrera que puede existir en el mundo es una actitud negativa. Cuando te encuentras una barrera es solo eso, una barrera que puedes romper, pero cuando te encuentras una actitud negativa hay poco que hacer. Yo soy consciente de que, por ejemplo, puedo tener problemas de comunicación porque no todo el mundo sabe cómo comunicarse conmigo, pero ahí me encuentro a personas que me dicen “ya aprenderemos algún día” y otras que me dicen “enséñame”. Creo que estas últimas son las que pueden cambiar el mundo.
En los últimos años te has convertido en un referente para los jóvenes sordociegos españoles gracias a tu práctica del montañismo, ¿Eras aficionado ya antes de la aparición de la sordoceguera o cómo te lanzaste a practicar montañismo y qué cambio ha supuesto en tu vida?
La escalada llegó a mi vida gracias a la sordoceguera. Sí, aunque suene raro, fue José Antonio, un psicólogo de la O.N.C.E., quien me ayudó a replantearme la vida a través de la escalada poco después de adquirir mi sordoceguera. Mientras escalábamos juntos los viernes por la mañana aprendí que en la vida se puede llegar tan alto como uno quiera.
Luego, diez años después, me reencontré con José Antonio y vino el salto de la escalada al montañismo. El montañismo te da una lección de vida muy importante. Es una metáfora de la vida donde te pones un objetivo, te esfuerzas mucho por conseguirlo y no te olvidas de disfrutar de lo que te encuentras por el camino.
¿De todas las experiencias vividas con el montañismo, cuáles son para ti las gestas a destacar y por qué?
A la gente le impresiona que subiera siete picos de los Alpes de más de 4.000 metros de altura en tan solo seis días o que hiciera cima en el monte Elbrus, la montaña más alta de Europa, más cuando el guía de montaña ruso que llevábamos se tuvo que dar la vuelta por estar agotado. La verdad, sin embargo, es que la dificultad te la puedes encontrar en cualquier montaña, sin importar su altura. He sentido la electricidad de un rayo cayendo a unos metros y he tenido miedo cuando el hielo se ha abierto bajo mis pies dando paso a una caída de 50 metros, pero creo que lo que da grandeza a lo que hago es que el miedo siempre puede menos que mi voluntad de seguir adelante.
¿Qué tipo de apoyos has tenido para desarrollar esta actividad y cómo los has conseguido?
Las actitudes positivas cambian el mundo y José Antonio la tiene. Él me dio su mano y desde entonces es mi guía de montaña. Lo normal es que José Antonio vaya por delante de mí guiándome, mientras que otra persona va por detrás de mí asegurándome, y luego hay una tercera persona que es Cristina, guía-intérprete de FASOCIDE, que me ayuda a que toda la información me llegue.
Luego está el factor económico porque las actividades de montaña suelen ser muy costosas. Nosotros somos un grupo de entusiastas que vamos con la idea de disfrutar y difundir lo que hacemos, pero también nos dejamos mucho tiempo en intentar conseguir financiación, aunque el grueso lo cubrimos nosotros mismos, porque es algo que hacemos por pasión.
¿Practicas o tienes en mente practicar otros deportes?
Los proyectos empezaron con el montañismo, pero poco a poco nos vamos abriendo a nuevos deportes. Ya el año pasado pude practicar un salto en paracaídas, un salto que para mí significó dejar atrás los miedos para empezar a perseguir los sueños. También he practicado escalada deportiva y escalada clásica, abriendo mi propia vía de escalada, y próximamente me gustaría hacer una travesía a nado. La superación personal puede estar en cualquier parte, solo hay que buscarla.
A raíz de tu experiencia, has creado el proyecto “Un mundo con sentido”, cuéntanos en qué consiste y cuáles son tus objetivos.
Un mundo con sentido es un proyecto de superación personal, un espacio donde compartir experiencias vitales y reflexiones con otras personas. De lo que se tratar es de romper barreras físicas y psicológicas, de concienciar sobre la sordoceguera, de erradicar mitos relacionados con la discapacidad, de motivar a otras personas a superarse y de reivindicar el derecho universal a viajar, practicar deporte y disfrutar de la naturaleza. Todo esto siempre con la idea de las dos D, esto es, Disfrutar y Difundir.
¿Tienes algún otro proyecto en mente a medio largo plazo?
Durante el año 2020 tenemos programadas varias actividades de montaña, pero la más destacada quizá sea la ascensión del Kilimanjaro, la montaña más alta de África. Sin embargo, lo que pretendemos este año es crear un proyecto más social y solidario, y lo vamos a hacer con dos actuaciones. Una va a ser realizar una actividad a favor de una fundación con una causa social y otra va a ser ayudar a una persona a alcanzar un sueño. Porque lo más bonito de crecer y aprender es ayudar a otras personas a crecer también.
Brevemente, ¿qué mensaje te gustaría lanzar a la juventud sordociega?
Yo siempre animo a buscar una montaña en nuestra vida. Animo a que nos pongamos un objetivo y trabajemos duro para conseguirlo, siempre sin olvidar que nos encontraremos alguna que otra actitud negativa, pero teniendo muy presente que hay personas ahí fuera que, como tú, no ven las barreras y pueden ayudarte a conseguir tocar el cielo o abrazar las estrellas.
Publicación original DbI: https://www.deafblindinternational.org/?media_dl=5620